Frank Clemente
Zona de tormento
Allí yo antes había estado.
A allí yo antes había ido.
Aunque ir allí no había querido
por ser lugar desolado.
Zona de espíritus dolidos,
de corazones atormentados.
Cielos de grises pintados.
Aire espeso y podrido.
Se anda de cuerpo sudado
por el calor allí sentido,
con el cerebro aturdido
y los miedos alborotados.
Gritos de demonio oídos
anunciando que he llegado.
El fuego se muestra atizado,
diciéndome: “Bienvenido”
De infinitos condenados
se escuchan los alaridos,
clamando muy confundidos,
se les fuese perdonado.
Yo viéndome allí perdido
por todo lo observado,
reconociendo que he pecado,
un castigo me es merecido.
Y me mantuve allí callado,
muy triste y compungido
por los males cometidos,
esperado lo ganado.
Y estando allí afligido,
a mi Dios he evocado.
Aunque, en verdad apenado,
pues, lo tengo en el olvido.
—“Señor. Reconozco que he pecado.
No soy el que has querido.
La arrogancia me ha vestido.
Al prójimo no he amado”—
—“Es mi vida un sinsentido,
viviéndola afanado.
A mi familia he abandonado.
Mis valores los he perdido”—
—“Por todo el mal que he causado
me siento arrepentido.
Pero de todo fui advertido:
No merezco ser perdonado”—
Comienzo a sentirme adolorido.
Siento en mí un olor a quemado.
—“¡Oh, mi Dios! ¡Me has abandonado!
por el fuego estoy siendo consumido”—
Sentí mi destino sentenciado,
recordando tristemente lo vivido;
De pronto un ángel a mí ha venido:
De terrible sueño fui despertado.
Salvado yo había sido
de aquel tormento inusitado.
Lloré como nunca había llorado.
A Dios estoy agradecido.
Pero . . .
Poco tiempo habrá pasado
cuando de nuevo allí habré caído.
Y, por tonto, me vuelva ver hundido
en zona de atormentados.