Atento, ante la luz del silencio.
Ante el mutismo más hondo de la mano.
Ante el cristal sinóptico
que funde el ser
con la palabra.

​

Inmóvil sobre mi acorde
y ajeno,
en los fragmentos más blanqueados
de olvidadas óstracas.

​

En todo el crujir extenso
del océano;
es el sonido una palabra aun no entendida,
agua verbal
en comunión con el ojo.

​

Obra del brutal Hefestos
que golpea los hierros del hombre
para forjarlos.