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Ítalo Berríos

Bahía/1937

El buzo hunde su escafandra
en un punto grueso del océano
semeja al primer astronauta que pisará la luna
camina con la misma parsimonia
el mismo asombro por el espejeo de la luz
quebrada en miles de convexos pliegues azules.
La noche flota como petróleo sobre el mar.
El buzo como un cetáceo bajo las olas
avanza en el tiempo
cada paso repite en el futuro
un eco sordo plano un golpe en el agua
una mano cayendo entre los sargazos
el buzo llena el canasto de ostras
picotea su punzón en la piedra oscura
mientras el faro lanza su cadena sobre el mar
descubriendo un instante la barca fija
anclada al hombre que camina en la luna.

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